Una carta a quien no supo cuidarme como merecía

Una despedida sin rencor, escrita con amor propio.

Cartas que nunca mandé.
Estreno esta sección como un pequeño santuario para todo aquello que nunca fui capaz de decir.
Palabras que se me quedaron en el pecho, sentimientos que no encontraron destinatario, despedidas necesarias. Cada carta nace desde la herida, pero también desde la cura.

Esta es la primera.

A ti,
que tuviste mi corazón entre tus manos y no supiste cuidarlo.

Y no te guardo rencor, mi amor.
Porque esta también es tu primera vez viviendo.
Y a veces uno tropieza con lo que no sabe nombrar,
y eso también te pasó conmigo.

Solo hubiera deseado que tuvieras más compasión
para con mi pobre corazón,
porque era tuyo de cuidar.
Lo llevabas entre tus manos,
era tuyo de cuidar
y no supiste verlo frágil.

No te culpo,
pero tampoco me quedo donde no me cuidan.
Porque aprendí a no rogar por el amor que merezco,
a no hacerme pequeña para que alguien me vea.

Si alguna vez nos volvemos a encontrar,
te sonreiré con la paz de quien ya no espera nada.
Y te preguntaré qué tal estás,
porque no soy capaz de odiar a alguien que me importó alguna vez.
Pero no te confundas: nunca volveremos a ser.
Porque el amor no es suficiente cuando no hay cuidado.
Y tú no supiste valorarme.

Porque no soy solo un adorno bonito o una distracción para llenar vacíos.
Soy ternura y amor.
Soy compañía y lealtad.
Soy risas hasta las lágrimas.
Y merezco ser amada con la misma intensidad con la que yo amo.

Con cariño,
aunque ya no seas tú,
Alba (albita).

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Gracias por leer esta carta que no fue enviada, pero que necesitaba ser escrita.
Si te ha tocado algo dentro o si tú también tienes palabras que nunca llegaste a decir, quédate por aquí.

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Con cariño,
Alba Aubade.