Mi miedo a crecer: entre la nostalgia y la incertidumbre
Cuando acabar los estudios no significa tenerlo todo resuelto.
Esta semana pasada estuve de exámenes. Los últimos. Dentro de nada tengo la defensa de mi proyecto y, con eso, se acaba oficialmente mi vida como estudiante. O al menos, esa vida que he conocido hasta ahora: la de aulas, madrugones, trabajos en grupo, profesoras que te miran con cara de “tú puedes más”, apuntes subrayados con mil colores y ese pequeño alivio que da saber que, pase lo que pase, todavía formas parte de algo estructurado.
Y me da vértigo.
Porque sí, sé que quiero seguir formándome en el futuro. Sé que estudiar es parte de lo que soy. Pero ya no será igual. Ya no seré solo estudiante, y eso cambia muchas cosas. Ahora estudiar se compaginará con un trabajo, con responsabilidades que antes eran ajenas, con decisiones que pesan más.
El otro día fui a la biblioteca, y el camino hacia la universidad se me hizo especialmente nostálgico. Ese recorrido que he hecho tantas veces, de pronto me pareció frágil, como si cada paso fuese el último. Me senté a estudiar en una mesa cualquiera, pero todo se sentía distinto. Miraba a la gente a mi alrededor: a los grupos riendo, a las personas concentradas subrayando, al típico chico de medicina siempre con esos cascos gigantes de obra, y pensaba: ojalá poder ser estudiante toda la vida.
Ojalá poder quedarme un poco más en este lugar que ya empieza a no ser mío.
Porque aunque a veces me haya quejado, aunque haya deseado que se acabaran los exámenes o los trabajos eternos, hay una parte de mí que no quiere que esto termine. Una parte que se siente segura aquí. Que pertenece.
Y claro: qué miedo.
Miedo de no estar preparada.
Miedo de que el mundo real no tenga esa misma lógica de curso por año, de septiembre a junio. Miedo de que, al cruzar esa puerta simbólica, ya no pueda volver a ser quien era. Que crecer sea, en parte, dejar cosas atrás. Y yo todavía no estoy del todo lista para soltar.
¿Te ha pasado alguna vez?
¿Esa sensación de estar en el borde de algo nuevo y desear quedarte un poco más en lo que conoces, aunque sabes que no puedes?
Ser adulta y sentirse perdida
Una de las cosas que más me está costando aceptar es esta:
que ahora, siendo oficialmente una “persona adulta”, me siento más perdida que nunca.
Y suena contradictorio, lo sé. Porque se supone que con los años uno se encuentra. Se construye. Se define.
Pero en mi caso, cuanto más avanzo, más preguntas aparecen.
Y lo digo sin dramatismos, solo con esa extraña mezcla de confusión y ternura que siento hacia mí misma últimamente.
Cuando era más joven, todo estaba más o menos trazado.
El calendario escolar, las vacaciones, las decisiones importantes marcadas por la familia o por lo que tocaba hacer.
Había estructura. Había guía. Aunque no siempre fuera fácil, al menos había un camino que seguir.
Ahora, en cambio, todo depende de mí.
Cada paso que doy, cada cosa que elijo, cada renuncia que hago.
Soy dueña de mi vida. Y eso es hermoso… pero también abrumador.
Porque nadie te enseña a ser adulta.
No hay manual, no hay brújula, no hay plan maestro.
Solo tú, tu instinto (a veces apagado), y un montón de posibilidades abiertas que asustan más de lo que liberan.
Y claro que es bonito ser libre.
Pero a veces darme cuenta de que ya no hay nadie que me diga “esto es lo que toca hacer ahora” me deja paralizada.
Y echo de menos esa falsa seguridad de cuando todo estaba más o menos planeado por otros.
A veces me pregunto si alguien más lo siente así.
Si también te pasa eso de mirar tu vida, con toda su aparente libertad, y pensar:
“No tengo ni idea de qué estoy haciendo.”
Porque si algo he aprendido, es que estar perdida no significa estar rota.
Solo significa que estás en medio del camino.
Y tal vez, solo tal vez, eso también sea crecer.
La ansiedad del después
Todo el mundo me felicita.
Y lo entiendo: estoy terminando la carrera, he encontrado unas buenas prácticas, las cosas, desde fuera, parecen ir bien. Me dicen que debo estar muy contenta, que ahora empieza “lo bueno”. Y yo sonrío. Digo gracias.
Pero por dentro, hay una tristeza rara que no sé muy bien cómo explicar.
Y sí, estoy feliz y agradecida por cómo están yendo las cosas pero también estos días me he sentido profundamente melancólica.
Como si en vez de celebrar, estuviera despidiéndome.
Y quizás sea eso. Estoy dejando atrás una parte enorme de mi vida. Una parte de mí.
He estado toda la vida estudiando. Desde que tengo uso de razón, mi rutina, mi identidad, mi sentido de dirección han girado en torno a ser alumna, a tener clases, a prepararme para exámenes, a organizarme el curso por trimestres.
Y ahora, de repente, se acaba.
No es que no esté agradecida.
Sé que he tenido suerte, que estoy en una buena situación, que tengo oportunidades. Pero eso no quita que me duela.
Me duele cerrar esta etapa. Me asusta el “después”.
Ese “después” que todo el mundo nombra con ilusión y con tanta certeza… y que para mí, en este momento, es pura incertidumbre.
Siento vértigo.
Siento que no tengo un mapa.
Y que no se me permite estar triste por eso, porque “debería” estar feliz.
Pero lo estoy diciendo aquí, porque tal vez tú también lo hayas sentido alguna vez:
Que justo cuando todo el mundo cree que deberías estar celebrando, tú estás de duelo.
De duelo por la versión de ti que ya no volverá.
Por la rutina que ya no encaja.
Por la etapa que se cierra y se lleva consigo una parte de quién eras.
Aprender a estar bien en el mientras tanto
Creo que crecer no es tenerlo todo resuelto ni saber siempre hacia dónde vamos. Más bien, es aprender a convivir con la incertidumbre y a estar bien en ese espacio entre lo que dejamos atrás y lo que está por venir.
Siento una mezcla de miedo y emoción porque esta nueva etapa que llaman “vida adulta” trae consigo muchas preguntas sin respuesta.
¿Encontraré una pareja estable?
¿Podré permitirme una casa?
¿Seré capaz de construir el futuro que deseo?
Son dudas que no puedo evitar pensar, pero que tampoco quiero que me paralicen.
Al mismo tiempo, estoy profundamente agradecida.
Agradecida por las oportunidades que he tenido, por haber podido estudiar y formarme, por el camino que he recorrido hasta aquí y por las personas que me han acompañado.
Esta etapa es nueva, sí, y es normal sentir ansiedad o tristeza por dejar atrás algo tan importante como toda una vida dedicada al estudio. Pero también siento que tengo la oportunidad de seguir creciendo, de descubrirme de nuevas maneras y de construir un futuro a mi medida, con sus aciertos y errores.
Y aún así, quiero seguir adelante.
Quiero vivirlo todo. Lo incierto, lo bonito, lo difícil.
Quiero crecer sin dejar de ser yo.
Porque quizás crecer no sea llegar a un destino final, sino aprender a habitar el mientras tanto.
Hace poco empecé mi carrera universitaria, y aunque apenas comienzo a recorrer este sendero, la sombra de lo que vendrá ya danza en mi mente. Siempre he sido alguien un tanto paranoica, y me descubro imaginando el día en que me toque salir al mundo real, ese universo incierto lleno de decisiones que marcan rumbos y de caminos sin señales claras. Me espera el momento en que seré la autora absoluta de mi historia, y aunque eso me asusta… también me llena de emoción.
Cuando somos niños, miramos la adultez como una promesa brillante. Anhelamos crecer, deseamos con impaciencia el poder decidir, comer dulces sin permisos, dormir tarde, ser dueños de nuestras pequeñas rebeldías. No sabíamos entonces que esas eran las mejores etapas de la vida, donde las responsabilidades no pesaban tanto, donde todo parecía más simple, más ligero, más lleno de magia.
Hoy, mientras crezco, siento un nudo en el pecho. Me da miedo dejar atrás lo conocido, pero también me emociona profundamente lo que vendrá. Espero con ilusión la nueva temporada de mi vida —esa que aún no he escrito—, pero mientras tanto, me propongo vivir esta etapa con toda el alma, con los ojos bien abiertos y el corazón dispuesto.
Muchas gracias por escribir esto. Me llego al alma
Me identifica mucho! Hay algo con los cierres, el colegio, la universidad, una nostalgia y emoción por lo que viene pero ¿qué viene?, eso es la vida adulta, salí hace 5 años de la Universidad y sigo sin saber, trabajé, viví en el extranjero y hoy en día sigo sin saber qué hacer porque la verdad ya no hay un guión que seguir, nadie te dice qué hacer después de estudiar… y he ahí el verdad vivir!❤️🩹